viernes, 27 de noviembre de 2015

Poly: sus "mañas" para comer...


Uno puede pensar que los perros comen cualquier cosa... Si, hasta cierto punto es cierto, pero hay que ver que muchas cosas que comen, por hambre o golosos, les puede hacer muy mal, y en algunos casos, tanto, que hasta se nos pueden morir.
En un artículo que leí en una página española hablaban de los 12 alimentos que nunca deben comer, entre ellos recuerdo el té y café, que dañan su sistema nervioso y su corazón, lo mismo que el chocolate, que también le puede provocar diarrea, sin contar el daño al hígado que le provoca; las uvas están en ese grupo, son muy tóxicas para ellos, hongos, paltas, ajos, cebolla, leche (son intolerantes a la lactosa), cerveza, por el daño al hígado...
Pero hay cosas que si pueden comer tranquilamente... A Poly le encantan las manzanas. Entre los dos nos comemos una manzana grande, pero grande con ganas, entre los dos, zanahorias, brócoli, y muchas cosas más que si buscan en internet, encontrarán sin dificultad.
Claro que mi querida perrita es mañosa para comer. Se aburre ligerito del alimento, sobre todo seco, así es que de vez en cuando tenemos que meter mano al bolsillo para comprarle alimento húmedo. Le encanta uno en lata (que no es marca de supermercado). Pero se lo mezclo, porque si me dedico a seguir la recomendación del fabricante, quedaríamos en banca rota en cuestión de semanas. Después de unos días de comer mezclado, la muy simpática saca unos granos del alimento mezclado, lo chupa sacándole el sabor del alimento húmedo, y el resto lo deja tirado... Eso es molesto..., bastante. Pero también da risa porque lo hace con mucha dedicación.
Obviamente tengo que llamarle la atención y lo que dejó en el suelo, obviamente no se lo puede comer. está sucio. A veces encuentra granitos que ha dejado por ahí y se los come.
Es bueno que de vez en cuando le demos un hueso, pero ojalá haya sido cocido, porque las grasas y carnes crudas les hacen mal. Les ayuda con el estrés y a pulir un poco sus dientes. Pero ojo, de vez en cuando. No siempre. 
La primera vez que le di un hueso, era pequeña. El hueso para ella era bastante grande. Me lo recibió tranquila. El show vino más tarde cuando quise acercarme a ella y cubrió el hueso gruñendo muy feo. Claro. Era pequeña y aún recordaba que tuvo que haber peleado por su comida cuando vivía sola en la calle.
Me costó mucho quitarle esa mala costumbre. De a poco se comenzó a tomar confianza, y ahora hasta le meto la mano en su plato mientras come. El cariño y la paciencia logran mucho. No tuve que recurrir en ningún momento a golpearla por gruñir y defender de forma agresiva su alimento.
Calma, cariño y confianza.
Todos merecen un poco de esas tres cosas.

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